Las reformas constitucionales señalan que para entrar en vigencia deberán tener ocho discusiones, las cuatro primeras en la misma legislatura y las otras cuatro en las sesiones siguientes. Es decir, que para que un acto legislativo quisiera seguir vivo para el otro semestre, debía estar aprobado antes del 20 de junio en sus primeros cuatros debates, día en que terminan las sesiones ordinarias.
Al respecto uno de los autores, el senador Cepeda, sostuvo que “desde hace varias semanas, con María José Pizarro, veníamos advirtiendo sobre la falta de tiempo para el trámite de este proyecto. Hoy, a pesar de que con una proposición logramos subirlo al primer lugar del orden de día, una lluvia de impedimentos y el abandono del recinto de muchos senadores acabó con el quórum”.
En efecto, la senadora Pizarro sostuvo que no había razón para que se tramitaran los impedimentos que presentaron más de diez senadores, lo provocó que el debate se abriera.
“Según entiendo, los impedimentos es si usted recibe algún tipo de beneficio, y este proyecto beneficia al país, pero no a los congresistas, que dejarían de recibir 20 millones aproximadamente menos de lo que actualmente están recibiendo”, afirmó la legisladora.
Cepeda sostuvo que “algunos dejaron el recinto luego de intervenir para afirmar que esta era una iniciativa populista del Gobierno. Resultado: por tiempos nuevamente se hunde la rebaja de salarios de los congresistas. Como lo hemos dicho, los senadores a la hora de lesionar los derechos de los trabajadores son implacables y a la hora de mantener sus privilegios son permisivos y ausentistas”.
A la postura del petrismo, respondió el senador opositor, Jonathan Pulido, quien sostuvo que la insistencia del Pacto Histórico de pedir agendar el proyecto es para seguir cuestionando al Congreso, porque saben que eso les da réditos políticos cuando se está por comenzar la campaña.
“Ustedes ya sabían que estaba hundido, lo único que querían es seguir haciendo politiquería”, afirmó Pulido.
El senador uribista Carlos Meisel señaló que «muchas veces he propuesto aquí que no nos paguen, pero que nos dejen trabajar en otra actividad y no pasa nada. Claro que es totalmente inhumano y falto de empatía el sueldo que el Estado paga por cada uno de nosotros».
Por ahora la reducción del salario de los congresistas sigue siendo un proyecto, no prosperó en esta legislatura esa nueva intención.
