Las lluvias intensas que azotaron al Huila en los últimos días dejaron un saldo de desbordamientos de ríos, deslizamientos de tierra e inundaciones que han afectado tanto a zonas urbanas como rurales. Aunque las autoridades locales se han movilizado rápidamente para atender la emergencia, la magnitud de los daños ha generado preocupación entre los habitantes, quienes enfrentan la pérdida de cultivos y viviendas en riesgo.
Neiva también reporta graves afectaciones
En la capital del Huila, Neiva, los efectos de las lluvias no se hicieron esperar. Uno de los eventos más críticos fue la creciente súbita del río Las Ceibas, que afectó las bocatomas de El Tomo y El Guayabo, lo que dejó sin agua potable a algunas zonas de la ciudad. Aunque el suministro se mantiene gracias a un reservorio activado, la interrupción de las bocatomas refleja la vulnerabilidad de los sistemas de abastecimiento ante fenómenos climáticos extremos.
La quebrada Matamundo, en el sur de la ciudad, también generó caos al desbordarse e inundar la Calle 19 Sur. Aunque el caudal volvió a la normalidad rápidamente, la inundación causó parálisis vehicular en la zona. En el barrio Timanco, el colapso del alcantarillado provocó inundaciones y atrapó varios vehículos, lo que complicó aún más la circulación en la ciudad.
Otro incidente ocurrió en el barrio Campo Núñez, donde la caída de un árbol afectó la cubierta de una vivienda, aunque afortunadamente no se registraron personas heridas. El Cuerpo de Bomberos atendió la emergencia de manera oportuna.
Municipios rurales también sufren graves consecuencias
Los deslizamientos no fueron exclusivos de la zona urbana. En Campoalegre, un deslizamiento bloqueó parcialmente una vía terciaria, dejando solo el paso para motocicletas. En Santa María, un deslizamiento en la vereda El Socorro afectó el tráfico en la vía Santa María – Palermo, donde solo se puede transitar por un carril debido al riesgo de nuevos derrumbes.
La situación también es crítica en Rivera, donde un deslizamiento en la vereda Viso Mesitas destruyó parcialmente una vivienda de bahareque, poniendo en riesgo a otras construcciones cercanas. Aunque las autoridades locales realizaron un recorrido para evaluar la situación, la comunidad sigue a la espera de una respuesta concreta.
En Oporapa, la creciente del río Cauchal taponó la bocatoma del acueducto municipal, dejando sin agua potable a los habitantes de la vereda El Roble. Este problema aún no ha sido solucionado, lo que aumenta la incertidumbre entre los afectados.
Afectaciones agrícolas y problemas viales
En Palestina, la situación se complicó aún más con dos deslizamientos. Uno bloqueó parcialmente la vía Palestina – Pitalito, lo que dificultó el transporte y aumentó el riesgo de desprendimientos de rocas. Además, un deslizamiento en la vereda Miraflores dañó cultivos de café, afectando a varias familias que dependen de la agricultura para su sustento.
En otros municipios como Gigante, Colombia y Tesalia, los deslizamientos y crecidas de ríos continúan poniendo en peligro viviendas y comunidades enteras. Las autoridades aún no han podido hacer un balance completo de los daños, y los residentes piden medidas más rápidas y efectivas para garantizar su seguridad.
Respuesta oficial: ¿es suficiente?
A pesar de que la Gobernación del Huila y las autoridades locales han respondido rápidamente a las emergencias, la situación en muchas zonas sigue siendo crítica. Mientras tanto, los afectados reclaman mayor rapidez en las ayudas y en la ejecución de obras preventivas que puedan evitar este tipo de desastres en el futuro.
Los habitantes de las zonas más afectadas, principalmente en las áreas rurales, siguen esperando la intervención del gobierno para asegurar que sus viviendas y cultivos no sean completamente destruidos. La necesidad de mejorar la infraestructura y los sistemas de drenaje en la región parece ser más urgente que nunca.
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